
A mediados del s. XIX el luthier francés Jean-Baptiste Vuillaume construyó un contrabajo gigante de tres cuerdas afinado en C0 G0 C1 (el Do más grave tiene una frecuencia de 16.25 Hz, por debajo del umbral de audición de los seres humanos).

Debido al enorme tamaño del instrumento, la cuerdas se pulsaban en el diapasón con un sistema de bielas y palancas. Se conserva un ejemplar en el Museo de Instrumentos Musicales de Phoenix. Es este:
Recientemente, la orquesta sinfónica de Montreal ha encargado un octabajo, es el único en el mundo que se utiliza habitualmente, aquí puede escucharse:
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